jueves, 8 de noviembre de 2012

CONCURSO DE DISFRACES

El viernes 1º El Prof.. Agustín Zamora Lamadrid ( Educación Física) con otros profesores organizaron un concurso de disfraces. Aquí se observan algunos de los participantes. Los profesores de las diferentes asignaturas fueron los jueces del evento. La premiación fue para los tres primeros lugares.










ALEBRIJES

Aquí las imágenes fueron captadas en El Zócalo de la ciudad. Los artesanos mexicanos exhibieron sus alebrijes, figuras que llamaron la atención de una servidora , por tanto se las comparto. La exposición fue parte de la celebración del Día de muertos.








“Zazanilli”

A la escuela llegó un grupo de teatro “Zazanilli” ( Cuentos A. C.)Y presentó en el auditorio del plantel la obra “Ser diferente es mi derecho”. Música, graffiti, juegos, cuentos y poesía, etc. Aquí los alumnos se ven muy participativos.






EVENTOS

El 31 de octubre y viernes 1º de noviembre la secundaria celebró Día de muertos. Una presentación de la 46, escuela invitada  y una  mamá lectora presentaron la vida de La Catrina.



LECTURAS DEL RINCÓN.


EL SOMBRERÓN                              Leyendas T. I, p 143
sombrerón ronda por las calles de San Cristóbal al amparo de las sombras. Se aparece a los trasnochadores solitarios, pero más que nada a los “bolos”, a quienes el alcohol ha prestado audacia. A primera vista se ve como un hombre ordinario con la sola característica de usar un enorme sombrero de palma bajo el cual sus facciones se esfuman.
Pero todo esto lo pasan por alto las víctimas elegidas ante la tentadora invitación del Sombrerón a divertirse y tomar trago.
Y allá los lleva el maldito por caminos y veredas hasta dar con sus huesos en los barrancos; cosa que logra no siempre con simples engaños, sino con fuerza, pues algunos hay que a tiempo advierten el peligro, si bien esto no les vale de nada.
 
 Al día siguiente son encontrados maltrechos y doloridos y, hay que suponer, arrepentidos de su mala cabeza. A las mujeres también se da maña para alejarlas del poblado y burlarlas, por eso las chicas no deben salir de noche.
 
 
LA PIEDRA ENCANTADA                 Leyendas T. I  p 144
Hace muchísimo tiempo, tanto que no es posible precisarlo, los indios trataban de arrancar una piedra que habría de servir para levantar la iglesia de Chamula; mas al estarlo haciendo, oyeron que ésta hablaba y les decía:
— “No me corten, déjenme estar aquí, pues ha de llegar el día en que podré servirles de mucho”.
Ahí permaneció la piedra que desde entonces fue llamada del Tecolote, y al lugar llamaron Ichinton.
Transcurrido el tiempo, la piedra cumplió su profecía. Estaban a punto de morir los vecinos de Ichinton, a manos de encarnizados enemigos, por esto se reunieron a orar junto a la piedra llevando encendidas muchas candelas.
 
A partir de esa noche, vieron cómo del sitio en que yace la piedra brotaban soldados que con bravura los defendieron, hasta que en la tercera noche habían ya acabado con la totalidad de sus enemigos.
Desde entonces pudieron vivir tranquilos, confiando siempre en la Piedra del Tecolote, que es, con razón, mirada con respeto y agradecimiento.
 
 
HUELGA EN LA BIBLIOTECA
Texto: Cuento                                                                                Ma. Fernanda Buhigas
¿Qué ocurría en la biblioteca? La noticia de los extraños sucesos que allí tenían lugar corrió como un reguero de pólvora, haciendo que la biblioteca se convirtiera en el centro de atención de un mundo ávido de acontecimientos. Periodistas de todos los puntos del mundo, cámaras de televisión, científicos  de todas partes invadieron el recinto tratando de encontrar alguna explicación a todo aquello. Miraron uno a uno todos los libros que componían aquella miniciudad, pero por más que lo intentaban, los libros seguían sin poder abrirse.
 
Pasó el tiempo y ya no sólo acudían investigadores en el tema, sino todo tipo de personas en las que fue naciendo el deseo de leer unos libros que no se dejaban abrir.
Poco a poco las gentes fueron entendiendo la actitud de los libros y empezaron a arrepentirse de haber faltado tantísimas veces a su cita en la biblioteca. Todos comprendieron que también  los libros necesitaban ser tomados en cuenta, pues al igual que los humanos necesitan sentirse queridos por quienes les rodeaban.
Sin embargo, y a pesar del cambio de actitud en los habitantes del barrio, los libros no se dejaban leer. ¿Qué podían hacer para que éstos se dejasen abrir nuevamente? Fue a la señorita Elvira a la que se le ocurrió la idea. Así como la expuso a todos los que en aquel momento se encontraban reunidos.
 
– Creo que lo mejor será acudir aquí día tras día. Cada uno  de nosotros tendrá asignado un libro determinado y, durante todo el mes, día a día lo irá cogiendo de la estantería en donde esté y lo colocará en la mesa que le corresponda hasta que un día los libros decidan volver a abrirse.
Y así lo hicieron. Desde aquél día la biblioteca permanecía llena durante todo el día. Pero durante un mes nada cambió.
La noche en que se cumplía el primer mes, los libros de la biblioteca se reunieron para decidir qué pasos iban a seguir a partir de aquel momento. Un grupo consideraba que si volvían a dejarse abrir, pronto los humanos volverían a perder el interés por ellos y nuevamente volverían a estar allí solos. Mientras que otro grupo creía que deberían abandonar ya la huelga porque al no ser leídos  por nadie lo  único que conseguirían era un terrible aburrimiento.
 
Antes de que  los dos grupos se enfrentaran en una pelea sin fin. El viejo libro de la sabiduría decidió alzar su voz:
Amigos míos, puesto que la idea de esta huelga surgió de nuestro joven Aventuras en el mar, creo que es él quien debe decidir la continuación o no de la misma.
Todos aplaudieron las palabras de El viejo libro de la sabiduría y pidieron a Aventuras en el mar que diera su opinión.
El joven libro no se hizo del rogar y, después de pensar un poco en las palabras que iba a decir, comenzó así:
 
– Creo que con nuestra actitud hemos logrado que los humanos se den cuenta de nuestros valores. Me parece  que  ha llegado el momento de dejarles disfrutar con nuestra lectura.
 
– Pero, ¿y si con el tiempo vuelven a abandonarnos? –preguntó El árbol fantástico. A lo que respondió nuestro joven amigo:
– Francamente, no creo que eso vuelva a ocurrir, pero si sucediera, ya conocemos el remedio.
 
A la mañana siguiente la biblioteca volvió a llenarse como todos los días de aquel mes. El primero en llegar fue un niño que había elegido un libro cuyo título le sugería acontecimientos extraordinarios; se trataba de Aventuras en el mar.
 
Con una cara entristecida al pensar que otro nuevo día iba a pasar sin conocer las aventuras que aquel libro encerraba, se dirigió ante una de las mesas y se sentó esperando pasar otra mañana más llena de aburrimiento. Como todos los días, el niño hizo un nuevo intento para abrir el libro, y cuando lo hizo comprobó con inmensa alegría que podría pasar todas y cada una de las páginas de su preciado tesoro.           
 
 
LA LLORONA Versión A
De los campos a las ciudades emigran muchas jovencitas en busca de su sueño, de estudios y de tener mejores trajes y dinero para ayudar a sus familias.
Esta como muchas llegó a la ciudad y se empleo en casa de ricos, enamorándose de su hijo el cual cruelmente la dejó embarazada y luego la despidió de su trabajo.
No habiendo más que hacer, se devolvió a su casa escondiendo su hijo bajo su delantal, lo cual no logró por mucho tiempo, su familia, apegada al cristianismo, comenzó a decirle su error a todas horas, creándole gran angustia.
Una noche bajo un gran aguacero corrió hacia el río y pariéndolo lo lanzó a la corriente, al ver lo que había hecho se lanzó detrás del niño gritando y llorando.
Todavía en las noches de luna después de una creciente se oye el llanto de esta mujer, y se puede verle tras el rayo de luna en el agua del río, tratando de alcanzar a su hijo.

Dicen que el señor en su gran misericordia tendrá compasión de ella y que algún día lo alcanzará, volverá a la vida y será un gran hombre revolucionario de la sociedad.


LA LLORONA Versión B

En las altas horas de la noche, cuando todo parece dormido y sólo se escuchan los gritos rudos con que los boyeros avivan la marcha lenta de sus animales, dicen los campesinos que allá, por el río, alejándose y acercándose con intervalos, deteniéndose en los frescos remansos que sirven de aguada a los bueyes y caballos de las cercanías, una voz lastimera llama la atención de los viajeros.

Es una voz de mujer que solloza, que vaga por las márgenes del río buscando algo, algo que ha perdido y que no hallará jamás. Atemoriza a los chicuelos que han oído, contada por los labios marchitos de la abuela, la historia enternecedora de aquella mujer que vive en los potreros, interrumpiendo el silencio de la noche con su gemido eterno.

Era una pobre campesina cuya adolescencia se había deslizado en medio de la tranquilidad escuchando con agrado los pajarillos que se columpiaban alegres en las ramas de los higuerones. Abandonaba su lecho cuando el canto del gallo anunciaba la aurora, y se dirigía hacia el río a traer agua con sus tinajas de barro, despertando, al pasar, a las vacas que descansaban en el camino.

Era feliz amando la naturaleza; pero una vez que llegó a la hacienda de la familia del patrón en la época de verano, la hermosa campesina pudo observar el lujo y la coquetería de las señoritas que venían de San José. Hizo la comparación entre los encantos de aquellas mujeres y los suyos; vio que su cuerpo era tan cimbreante como el de ellas, que poseían una bonita cara, una sonrisa trastornadora, y se dedicó a imitarías.

Como era hacendosa, la patrona la tomó a su servicio y la trajo a la capital donde, al poco tiempo, fue corrompida por sus compañeras y los grandes vicios que se tienen en las capitales, y el grado de libertinaje en el que son absorbidas por las metrópolis. Fue seducida por un jovencito de esos que en los salones se dan tono con su cultura y que, con frecuencia, amanecen completamente ebrios en las casas de tolerancia. Cuando sintió que iba a ser madre, se retiró "de la capital y volvió a la casa paterna. A escondidas de su familia dio a luz a una preciosa niñita que arrojó enseguida al sitio en donde el río era mas profundo, en un momento de incapacidad y temor a enfrentar a un padre o una sociedad que actuó de esa forma. Después se volvió loca y, según los campesinos, el arrepentimiento la hace vagar ahora por las orillas de los riachuelos buscando siempre el cadáver de su hija que no volverá a encontrar.

Esta triste leyenda que, día a día la vemos con más frecuencia que ayer, debido al crecimiento de la sociedad, de que ya no son los ríos, sino las letrinas y tanques sépticos donde el respeto por la vida ha pasado a otro plano, nos lleva a pensar que estamos obligados a educar más a nuestros hijos e hijas, para evitar lamentarnos y ser más consecuentes con lo que nos rodea. De entonces acá, oye el viajero a la orilla de los ríos, cuando en callada noche atraviesa el bosque, aves quejumbrosos, desgarradores y terribles que paralizan la sangre. Es la Llorona que busca a su hija...
Relato realizado por: Don Concepción Azofeifa.


EL LEÓN Y LA LIEBRE

Texto literario: Fábula                                                   
                                                                                      

En una montaña había un león que se entretenía en hacer una continua matanza de animales. Estos se reunieron, deliberaron y le enviaron representaciones.

– Señor –le dijeron–, ¿por qué destruir así a todos los animales? Mejor, todos los días, te enviaremos a uno de nosotros para que te alimentes.

Y así fue. El león, a partir de entonces, devoró diariamente a uno de aquellos animales.

Cierto día, una liebre vieja, a la que le llegó el turno de servir de comida, se dijo para sus adentros:

“Sólo se obedece a aquél a quien se teme. Si debo morir, ¿de qué me sirve el demostrar sumisión? Voy,  pues, a tomarme el tiempo que quiera para llegar hasta él, no me puede costar más que la vida, ¡y esa es la que he de perder!”

Se puso en camino, deteniéndose aquí y allí para masticar algunas raíces sabrosas.

Cuando al fin llegó a donde estaba el león, éste, que tenía hambre, le dijo colérico, en cuanto la vio:

– ¿Por qué vienes tan tarde?
– No es mía la culpa. He sido detenida en el camino y retenida a la fuerza por otro león que dice ser más poderoso que tú, al que he jurado volver a su lado, y vengo a decírtelo, oh, gran rey.
– Llévame pronto –dijo furioso el león- donde ese bribón que desconoce que aquí yo soy el único todopoderoso.

   La liebre condujo al león junto a un pozo profundo. Allí le dijo:
– Mira, señor; el temerario está en el fondo de su guarida. –Y mostró al león su propia imagen, reflejada en el agua del pozo.

   El león, hinchado de orgullo, no pudo dominar su cólera, y, queriendo aplastar a su rival, se precipitó dentro del pozo en donde encontró la muerte.

   Lo anterior prueba que la inteligencia aventaja a la fuerza. La fuerza desprovista de inteligencia no sirve para nada.